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Lo que debes saber de los psiquiatras: ¿siempre dan “pastillas”?

11/09/2016

Uno de los principales temores que tienen los pacientes cuando acuden a la consulta de un psiquiatra es pensar que, sí o sí, acabarán teniendo que tomar un complicado tratamiento con varias pastillas “que me duerman”.

Tratamiento psiquiátrico

Lógicamente, cada profesional actúa de manera diferente a la hora de abordar el problema de la persona que tiene delante. Algunos optan por limitarse a aliviar los síntomas de disconfort utilizando medicación específica, sí. Otros, sin embargo, consideran que -dependiendo del diagnóstico, por supuesto- la medicación sólo consigue mejorar los síntomas del paciente, pero no soluciona la causa real del problema que genera los síntomas y, consecuentemente, tampoco consigue disminuir la probabilidad de recaer en el futuro. Lo que sí es cierto es que ambos perfiles de profesionales, sea como sea que aborden el problema, intentan devolver la tranquilidad a la persona sufriente que le pide asesoramiento.

El mejor ejemplo de lo anterior son los trastornos adaptativos. Estos son estados en los que aparecen síntomas de depresión a raíz de un problema o situación difícil de afrontar para el sujeto. Muchas veces, él no es consciente de que experimenta una dificultad para hacer frente a una situación adversa -¡incluso pueden no identificar tal situación adversa!-, por lo que desconoce la razón de su malestar. En este caso, pues, el trabajo del profesional (del psiquiatra, en el caso que nos ocupa) radica en identificar no sólo los síntomas y su gravedad, sino también el posible origen de éstos.

Imaginemos que José acude a la consulta. Desde hace tres meses tiene problemas para dormir y se nota muy ansioso, incluso ha tenido alguna crisis de ansiedad que le ha llevado al Servicio de Urgencias pensando que se trata de un ataque al corazón. Se nota muy desganado y desmotivado, cada vez sale menos y pone excusas para no salir con sus amigos como siempre, porque no tiene deseos de estar con nadie, prefiere estar solo. En casa está muy irritable, discute más con su pareja y tiene menos paciencia con sus hijos.

Explica que él no suele ser así, que es una persona afable, sonriente y trabajadora; no se reconoce como la persona de siempre.

Pero lo peor es el trabajo: no es capaz de centrarse bien en su actividad (es contable), no se siente capaz de llevar bien las cuentas, empieza a perder mucho tiempo para hacer una tarea porque tiene que comprobar con frecuencia que está bien hecho, que no ha fallado con las cuentas, que no se le ha olvidado nada. Normalmente cuando se nota más ansioso y angustiado es cuando está trabajando y los domingos a partir de la tarde.

Desde hace seis meses las ganancias de su empresa han disminuido lo suficiente como para tener que despedir a parte importante del personal. José se ha “salvado” por poco del despido, porque no es de las personas que llevan más tiempo en la empresa. Tiene una hipoteca, su esposa está desempleada y ahora la única fuente de ingresos familiar es la de él. Su carga de trabajo se ha incrementado y está trabajando más horas de las establecidas por contrato (y con las dificultades que dice tener para centrarse, más!). Tiene le temor de que le puedan despedir.

En el ejemplo, si bien José tiene síntomas depresivos que pueden beneficiarse de un tratamiento farmacológico (o sea, “pastillas”), el problema real que está ocasionando el cuadro es el conflicto laboral y la manera en la que él le está haciendo frente. Y en este caso, si bien podríamos emplear sólo las pastillas, José no estaría aprendiendo a manejar esta situación de una manera más apropiada, por tanto, no estaríamos trabajando en la prevención de una recaída.

Entonces, volviendo a la pregunta que da título a este post, la respuesta es que no: el psiquiatra no siempre da (ni debe dar) medicación ya que muchos de los problemas que atendemos en las consultas se benefician más de una modificación conductual que un fármaco.