02/23/2018
¿Es normal sentise desconcertado, furioso, triste y vacío cuando sufrimos una pérdida de un ser querido?. El duelo es la reacción que experimentamos ante la desaparición de alguien muy preciado, pero no se sufre siempre por igual.
Tristemente, la pérdida de un ser querido es una de aquellas situaciones por las que todos tendremos que pasar más tarde o más temprano a lo largo de nuestras vidas. Y no todas dejan en nosotros la misma huella; no es igual la muerte de la pareja, de un hermano, de un padre, de un amigo o de un vecino: el grado de vinculación que sentimos hacia cada uno de ellos es distinto, y eso marca en gran medida la profundidad del dolor.
El duelo es un proceso que lleva su tiempo de asimilar; al fin y al cabo, es el período de tiempo en el que aprendemos a adaptar nuestra vida a la ausencia de alguien muy importante. Aceptar que esa persona tan querida y necesaria ya no está puede llevar desde varios meses hasta un año; al fin y al cabo, tomar conciencia de la profundidad del significado de la frase “para siempre” no puede ser una tarea fácil.
El duelo y sus fases
El duelo se compone fundamentalmente de cinco fases, aunque los estudios más recientes demuestran que no siempre pasamos por todas ellas, y que no siempre se presentan en un mismo orden, pudiendo incluso solaparse.
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Negación: Es bastante frecuente, especialmente cuanto más reciente ha sido la muerte, negarse a uno mismo que efectivamente hemos sufrido una pérdida importante. La negación no dejar de ser un mecanismo para defendernos: al intentar negar la evidencia, también minimizamos el dolor que nos asola.
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Ira: Cuando pensamos en lo ocurrido, habitualmente nos enfadamos bien con nosotros mismos, con quien se ha ido o con la vida, por no haber podido evitar la muerte. Además, durante esta etapa es frecuente buscar la causa de la pérdida y aparece el sentimiento de culpa.
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Negociación: Llegados a este punto, empezamos a continuar adelante a pesar del dolor, se buscan los pros y contras de la pérdida, intentamos conciliar la misma dentro de nuestro día a día.
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Dolor Emocional / Depresión: El sentimiento preponderante en esta fase es la tristeza, incluso puede aparecer sintomatología depresiva que suele resolverse sin administración de trartamientos. Tomarse un tiempo para exponer los sentimientos que experimentando, bien hablándolos o bien por escrito, ayudará a aliviar la pena.
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Aceptación: Es el momento final del duelo, cuando se asume la muerte como un hecho consumado e irremediable, es cuando cambiamos nuestra visión sobre la marcha de nuestro ser querido, cuando olvidamos lo malo y sólo nos quedamos con lo bueno de las experiencias vividas con nuestro afecto ausente.
¿Todos los duelos son iguales?
No siempre sufriremos los duelos por igual, ya que no mantenemos con todas las personas que nos rodean el mismo grado de cercanía o vinculación.
Por otro lado, a pesar del enorme afecto que podamos tener a la persona fallecida, la relación que teníamos con ella en el momento de su muerte también es un factor importante a tener en cuenta a la hora de procesar nuestro duelo: en estos casos el sentimiento de culpa puede ser más hondo.
¿Qué hacer ante el duelo?
Por norma general el duelo es un proceso que por única medida lo que requiere es tiempo (a fin de cuentas “el tiempo lo cura todo”, dicen); es necesario seguir adelante y construir nuestro día a día, adaptándonos a la nueva circunstancia, entendiendo que hasta llegado el momento de aceptar la ausencia, pasaremos por múltiples altibajos emocionales producto de la comprobación diaria de que nuestro ser querido ya no está.
El duelo es algo bueno. Es la forma de ir a través de las transiciones de la vida.
Rick Warren.
Algunas sencillos actos ayudan a aliviar la pena e ir elaborando el duelo hacia su resolución:
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Hablar sobre la pérdida y sobre su ser querido con amigos y otros miembros de su familia; esto le ayudará a poner las cosas en perspectiva, comprender lo ocurrido y centrarse en los recuerdos agradables de aquel que ya no está. Por nada del mundo se aísle.
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Los sentimientos que experimenta son normales; veámolos de esa manera.
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Conservar las rutinas habituales sirve para intentar fomentar la sensación de normalidad: compartir tiempo con la familia y amigos, hacer deporte, una alimentación adecuada y dormir bien son cuidados básicos.
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No estamos solos antes la pérdida, otros también la están sufriendo. No aislarnos de ellos y compartir nuestros sentimientos y recuerdos es de ayuda para todos: es un canal para liberar los sentimientos y procesar la ausencia.
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Recordar los días especiales del ser querido ausente mediante algún gesto especial; es una forma de honrar su vida y la huella que ha dejado en nosotros. Que no esté presente no significa que no podamos celebrar por él y tenerle presente en fechas señaladas.
¿Cuándo hay que tratar el duelo?
Las personas que han experimentado una pérdida, más especialmente si esta ha sido traumática o inesperada, pueden beneficiarse del apoyo psicológico desde las fases iniciales del duelo. No obstante, farmacológicamente no se recomienda ningún tipo de intervención salvo para resolución de síntomas puntuales y muy iniciales como son la ansiedad o el insomnio.
En la medida que el tiempo pasa y las fases del duelo se van sucediendo, el individuo consigue reintegrarse cada vez más en el día a día. No obstante, algunas personas, se sienten incapaces de llevar a cabo sus vidas cotidianas ni tan siquiera con relativa normalidad. Podríamos estar antes casos de duelos complicados; en ellos, a pesar del tiempo pasado desde la pérdida, vemos que existe un estancamiento en las fases más iniciales del duelo, una sintomatología depresiva que no sólo no tiende a resolverse sino que empeora, una merma en las capacidades para sobrellevar la rutina.
Son precisamente los casos de duelos complicados los que serán subsidiarios de una terapia psicológica más formal, e incluso de tratamiento psicofarmacológico en aquellos casos más complejos.
El duelo es un proceso en el que vamos asumiendo la ausencia de una persona especial y muy importante para nosotros. Por tal motivo, los sentimientos que nos provoca un duelo no deben ser interpretados como parte de una enfermedad, sino de un aprendizaje
Sin embargo, la ausencia de esta persona no es motivo para dejar de celebrar por él aquellos momentos compartidos o de tenerle presente en nuestro día a día
Aunque no se trata de una enfermedad, a veces es bueno tener el apoyo de un profesional que nos guíe en la elaboración del luto; sólo en casos más complicados sí sería recomendable una terapia formal e incluso tratamiento si fuera preciso, aunque no será la norma.