09/29/2022
En una publicación anterior describía las generalidades del tratamiento con antidepresivos. Porque no nos vamos a engañar: son tratamientos con cierta “mala fama” que a la gente le da mucho miedo tomar, y realmente ¡no es para tanto!.
Sin embargo, lo que como paciente más nos importa sobre una medicación es cómo y cuándo puedo saber que un tratamiento está cumpliendo su función. Y aquí te lo cuento.
Prácticamente todos los días me encuentro contestando preguntas que formulan los pacientes en consulta o que le preguntan al Dr. Google, y que están en relación a los tratamientos con antidepresivos que empezaron hace poco tiempo.
Que estas dudas sean tan frecuentes pienso que quizás, en gran medida, está relación con que los profesionales probablemente no estamos dedicando el suficiente tiempo a explicarle a nuestros pacientes ni por qué les prescribimos tales o cuáles tratamientos, qué opciones terapéuticas existen, cómo funcionaría el tratamiento o qué pueden esperar el mismo.
Entendiendo que en una primera consulta médica el flujo de información es muy alto y muchas veces el paciente está nervioso y no registra toda la información que se le da, es fácil llegar a casa y tener una laguna importante sobre algunos aspectos de interés como qué puedo esperar de mi tratamiento. Este es el objeto de mi blog: poder rellenar esos espacios de conocimiento que nos pueden quedar al salir de consulta.
Y ¿qué son esas cuestiones que tanto preocupan a los pacientes que toman antidepresivos?:
1.- El efecto del antidepresivo es inmediato.
Sí, pero no. Sí, es inmediato en cuanto a que desde que empiezas a tomarlo, el fármaco actúa sobre sus células diana y empieza a generar una reacción. Pero esa reacción que tú esperas (la mejoría) aún tardará en llegar varias semanas.
Como siempre que nos encontramos mal, queremos una solución inmediata para nuestro malestar. Eso es muy humano, nos pasa a todos. Pero en el caso de los antidepresivos, te tengo una mala noticia: no empezarás a notar su efecto antes de las primeras dos, tres o hasta cuatro semanas; el efecto del antidepresivo no empieza a notarse nada más iniciar el tratamiento, aunque sí está funcionando desde la primera toma.
¿Esto qué significa?. Pues que las primeras dos o tres semanas:
- O bien no vas a notar absolutamente nada (es decir, seguirás sintiéndote mal),
- O bien vas a notar solo los efectos secundarios
Que no notes nada o que notes solo los efectos secundarios no significa (¡ni mucho menos!) que el tratamiento sea malo, que no funcione o que sea “muy fuerte”. Lo único que significa es que la medicación está actuando donde tiene que actuar, aunque aún no está generando una respuesta tal que se traduzca en una mejoría que puedas apreciar.
Eso no significa que desde el mismo inicio de la toma de medicación, éste no esté actuando sobre su diana ni esté teniendo un efecto sobre los síntomas. Significa, simplemente, que la mejoría es progresiva en cuanto el sistema nervioso central empiece a “recolocar” sus neurotransmisores como es debido.
La toma continuada de la medicación, especialmente al inicio, acaba estabilizando los efectos del tratamiento: esto quiere decir que los efectos secundarios se van mitigando hasta desaparecer o hacerse infinitamente más tolerables y empiezan a notarse más los beneficios del antidepresivo - lo que buscamos que haga, vaya -.
Es importante que tengas en cuenta que, aunque el antidepresivo se inicie a dosis bajas y poco a poco a lo largo de las primeras semanas se va incrementando, la medicación es efectiva desde el primer día que lo tomas (aunque no lo notes); empezar con dosis plenas no va a hacer que notes efecto del tratamiento antes, sino que por el contrario, lo que probablemente vas a notar son muchos más efectos secundarios al inicio del tratamiento y/o una mayor intensidad de los mismos, y te vas a asustar.
2.- La mejoría es progresiva y lineal.
Sí, pero no.
La mejoría es ciertamente progresiva y sigue un orden inverso a la aparición de los síntomas: aquellos síntomas que aparecen de último son los primeros en mejorar. Así, por ejemplo, la sensación de pesadez o enlentecimiento que sufre un paciente con depresión es el último síntoma en aparecer y el primero en recuperarse, mientras que el insomnio (primer síntoma que aparece) es el último que se subsana.
Pero habitualmente no es lineal. En tu evolución - especialmente los primeros meses - notarás que atraviesas pequeños baches, cada vez más breves y menos intensos, en los que experimentarás síntomas de ansiedad, tristeza, agobio, desasosiego… Y después de un tiempo sintiéndote mejor, la reaparición (aunque sea leve y breve) de estos síntomas te harán temer que puedas estar empeorando, que la medicación es insuficiente, que el tratamiento no funciona, etc.
Cuando esos pequeños baches suceden no siempre es necesario intervenir farmacológicamente, pues tal como vienen suelen irse. De hecho, notarás que son cada vez más lejanos en el tiempo, menos intensos, más breves, menos molestos… y esta es una forma que tendrás de evaluar tu mejoría; además, es uno de los motivos por los que mantenemos el tratamiento unos meses más tras la mejoría absoluta: para asegurar la estabilidad - que esos baches no vuelven.
3.- El tratamiento psicofarmacológico es un “parche”
En la mayoría de casos es totalmente cierto.
El tratamiento con antidepresivos te ayudará a superar los síntomas del episodio depresivo actual cuando este tiene una gravedad moderada o severa (en las depresiones leves se acepta que un abordaje clínico adecuado es el del tratamiento psicoterapéutico exclusivamente). Pero el antidepresivo no te va a ayudar a prevenir la reaparición de síntomas depresivos cuando estos son, más bien, de causa adaptativa o ansioso-depresiva.
Esto que acabo de decir hay que hilarlo un poco más fino. Vamos a ello.
Hay algunos trastorno depresivos que son recurrentes; en este caso, el origen de las depresiones no tiene una clara relación con estresores ni situaciones adversas de la vida cotidiana; diríamos que en estos casos el paciente se deprime “porque sí”, sin más. Estos pacientes que sufren episodios de depresión mayor con carácter recurrente sí acaban tomando antidepresivos de manera crónico pues vemos que, en estos casos, el tratamiento crónico sí disminuye la probabilidad de recaída o la intensidad de la misma.
Pero hay otros cuadros de tintes depresivos que se originan por los problemas del día a día y nuestra capacidad de hacerles frente o por niveles de estrés muy elevados y mantenidos en el tiempo. En estos casos en concreto el tratamiento antidepresivo va a ayudar a mejorar los síntomas clínicos, pero lo que va verdaderamente a evitar la recaída en episodios similares es que el paciente aprenda a gestionar las vicisitudes que le han llevado hasta ese punto. Y para eso es necesaria la terapia psicológica. Aquí el tratamiento antidepresívo sí es un parche.
a) Precisamente porque los antidepresivos son un “parche” para los síntomas, y porque la mejoría tarda en llegar, solemos administrar “parches complementarios” para tratar dos aspectos de la depresión que son devastadores: la ansiedad y el insomnio. De esa manera se consigue un mejoría parcial mientras el que deberá ser el tratamiento de base (el antidepresivo) va actuando como cronológicamente debe hacerlo.
b) Esto no debe significar que quien recibe tratamiento tenga que permanecer con cargas de tratamiento desproporcionales en el trascurso de la enfermedad hasta la resolución de la misma. Al contrario, el profesional debe supervisar la medicación para ir realizando reajustes en la medida que la mejoría vaya teniendo lugar, para retirar hipnóticos y ansiolíticos y mantener sólo el antidepresivo.
4.- El tratamiento antidepresivo es “para siempre”.
Falso en la mayoría de los casos (no así para los trastornos depresivos recurrentes, casi exclusivamente).
La intención de cualquier tratamiento es curar una enfermedad. Lo mismo con los antidepresivos: una vez que se haya alcanzado la estabilidad, se mantiene unos meses para asegurar la persistencia de la estabilidad, y posteriormente se retira.
5.- Todos los tratamientos médicos llevan asociados una serie de efectos secundarios
Cierto. Ningún tratamiento médico es inocuo: los antiinflamatorios estropean la mucosa gástrica y la función renal, el paracetamol estropea la función hepática, las estatinas pueden ocasionar dolor de piernas… esto, poniendo algunos ejemplos rapiditos y sin pensar mucho.
Pero siendo francos, la mayoría de las personas a las que se les prescriben psicofármacos, en el fondo son reacias a tomarlos. Porque los antidepresivos también dan lugar a efectos secundarios, más molestos especialmente cuando se empieza a seguir la medicación, frecuentemente en forma de dolores de cabeza o molestias gastrointestinales, todas las cuales aparecen durante los primeros días del inicio de la medicación y de los sucesivos incrementos de dosis. Este es el motivo por el que solemos realizar una dosificación ascendente de los antidepresivos: porque de esta manera minimizamos los efectos secundarios.
Poniéndome en el lugar del paciente (ante todo, siempre debemos ponernos en el lugar del paciente), los profesionales debemos tener en cuenta que la persona que se sienta delante de nosotros nos está abriendo sus sentimientos exponiendo lo que más le duele y preocupa; se trata de pacientes que tienen un gran sufrimiento emocional, mucha carga de dolor en su alma. No es de extrañar, pues, que el aluvión de información que puede estar recibiendo durante la consulta no pueda ser asimilada a la velocidad a que la explicamos nuestras teorías en un muy estrecho margen de tiempo. De allí que muchas veces salgan de la consulta con muchas dudas (¿qué tratamiento me ha dado? ¿esto para qué sirve? ¿estoy tan enfermo así?), que sumadas a la necesidad de resolverlo todo “aquí y ahora” -como ya decía en el post anterior-, al cabo de unos días de “estar tomando pastillas” lleven al paciente a la conclusión de que el tratamiento “no me está haciendo nada”.
6.- Los antidepresivos son “pastillas de la felicidad”
Falso. ¡Mentira cochina y asquerosa!.
Los antidepresivos, como cualquier otro fármaco del tipo que sea, lo que busca es aliviar síntomas para conseguir una mejoría y, a ser posible, la curación. Pero conseguir la felicidad ¡es otra cosa!. ¿Cómo defines la felicidad: como un estado mental, como una señal de salud, como un estado de satisfacción personal…? Ninguno de estos aspectos se recuperan con una pastilla, pero sí el alivio de síntomas de malestar.