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Acompañando en el duelo

04/27/2020

Con independencia de la pandemia, el proceso de duelo siempre ha sido una de las transiciones más emocionalmente difíciles que tenemos que atravesar las personas. Y de la misma manera que es una situación tremendamente estresante para quien la sufre, también lo es para quien quiere apoyar al superviviente, quien en muchas ocasiones se ve sin saber muy bien cómo es posible ayudar. Esta es otra de esas tantas cosas en las que la pandemia nos restringe.

Acompañamiento en el duelo

Ya hace tiempo, tanto en publicaciones anteriores como en otras más recientes (Cuando un ser querido se va: el duelo), había hablado a grandes rasgos sobre qué es el duelo y qué implicaciones tiene.

En las actuales circunstancias de confinamiento, la elaboración del proceso de duelo puede ser especialmente difícil pues hay una serie de aspectos que no han podido cumplirse y que son necesarios para poder emprender nuestra propia transición hacia la superación de la pérdida: que no sea posible despedirse adecuadamente de la persona enferma o no poder realizar los rituales de despedida habituales, en presencia de nuestra familia y amigos.

Sabemos, porque hemos hablado sobre ello en otras publicaciones incluso más recientes, que el proceso de duelo implica una montaña rusa de emociones muy intensas, muchas veces contradictoria, y que los sentimientos de tristeza, ira, culpa… son tremendamente frecuentes incluso en condiciones normales.

Sin embargo, poco se habla de qué podemos hacer los demás para ayudar o acompañar a una persona que ha sufrido uan pérdida recientemente; mucho más, cómo podemos hacer los demás para poder ayudar a una persona que ha sufrido la pérdida de un ser querido como consecuencia del coronavirus.

¿Qué es lo que se espera que haga?

Lo más importante que podemos hacer por una persona que acaba de perder a un ser querido es acompañarle.

¿Qué quiere decir “acompañar”?. Desde luego es un acto sencillo, pero a la vez complicado de realizar. A grandes rasgos quiere decir permanecer al lado de esa persona que sufre – en el sentido literal de la frase –, de estar atentos a las necesidades que pueda tener de hablar, de salir, de comer, de estar solo, de distraerse…

Muchas veces podemos sentirnos tentados a incurrir en el error de pensar que nuestra misión ante una persona que ha sufrido una pérdida es distraerle de lo que le sucede, evitar que piense y que se sienta mal por un rato. Lamento decirte que esto no sólo es imposible sino que tampoco es positivo para el sobreviviente, que lo que necesita es poder tener libertad de expresar sus sentimientos y de dejar salir ese maremagnum emocional sin sentirse juzgado ni recriminado por estar triste, iracundo o embargado por la culpa.

Para ser buenos acompañantes, hay que tener claro que es altamente probable que no haya nada que podamos decir o hacer para que esa persona se sienta mejor, y hay que saber lidiar con la frustración que eso nos produce. Porque pocas cosas hay más dolorosas que ver sufrir a alguien a quien quieres y no poder hacer nada por evitarlo.

Pero el mero acto de acompañar, de estar ahí y ser accesible, estar dispuesto a escuchar cuando el otro inicia una conversación o demuestra su necesidad de hablar, de poder brindarle un abrazo cuando sea posible, de poder prepararle un plato de comida, o de simplemente callar y sentarse juntos… eso ya es suficiente y seguro que te será eternamente agradecido.

La pandemia y el confinamiento resultan un impedimento para poder brindar acompañamiento de cuerpo presente, pero no para poder hacer saber a la persona que sufre que estamos allí, bien dispuestos a ayudar en cuanto nos lo solicite. Sólo habrá que ser un poco creativo para poder transmitir nuesto apoyo: puedes recurrir a las redes sociales, a escribir una carta o grabar un breve vídeo, a crear una composición de fotos, a hacer una web con recuerdos sobre la persona que se ha ido…

Sea cual sea el método que elijas para acercarte a esta persona y a su dolor, ten en cuenta que puede no estar receptivo en ese momento y no desear dar una respuesta; esto no debe ser nunca motivo de enfado, sino que por el contrario, es muy importante ser comprensivo y respetar su espacio y sus tiempos: cuando se sienta capaz de contestar, ya lo hará.

El mensaje con el que quieras romper el hielo también deberá ser corto, respetuoso y sobre todo empático, sin ánimo de buscar establecer una larga conversación; algo como por ejemplo «sólo quiero que sepas que aquí estoy», «si necesitas que hablemos, puedes llamarme en cualquier momento», «siento mucho no poder estar allí para acompañarte» será suficiente.

¿De qué otra manera puedo servir de ayuda?

  • Valora si la persona está tomando las suficientes medidas de autocuidado: si se preocupa por alimentarse adecuadamente, si se asea, si intenta descansar y dedicarse tiempo, si toma su medicación habitual… Porque si el sobreviviente, como resultado de su duelo, opta por abandonarse en su tristeza física y emocionalmente a su tristeza, va a ser necesario ayudarle tomando determinadas medidas como preparación o envío de alimentos, avisar a alguien cercano para que pueda verificar cómo se encuentra, recordarle la toma de medicación, etc.

  • Elaborar un documento, como un libro virual de condolencias, una carta firmada por todos los amigos, un álbum de fotos… Lo que se te ocurra que pueda servir como un bonito homenaje a la persona que se ha ido y que pueda quedar de recuerdo a su familia.

  • Permite que los niños, si así lo desean, sean partícipes en la ayuda que se desea prestar a la persona que está sufriendo: siempre pueden realizar algún dibujo y escribir algún mensake para la persona en duelo.

  • Se comprensivo con quienes están sufriendo: muy posiblemente están desbordados y agotados, y todo lo que desean es un poco de espacio e intimidad, puede que por ello a veces sea difícil poder contactar con ellos, pero te devolverán la llamada o el mensaje cuando se sientan con ánimos de hacerlo, así que tampoco hay que insistir.

Juguete abandonado

¿Qué puedo hacer para ayudar a …

…los menores y las personas con discapacidad?

Para los niños y las personas con discapacidad puede ser muy complicado comprender lo que sucede, si anteriormente no se les ha explicado en unos términos que lo puedan entender. Hay que recordar que los menores de diez años no tienen un concepto claramente formado de qué es la muerte. Para simplicar este texto, la comunicación de las malas noticias se abordará en otra publicación.

Es importante que antes de conocer la pérdida de un ser querido, el menor o la persona con discapacidad tengan una comprensión más o menos clara de la situación en la que nos encontramos: a qué se debe el confinamiento, qué intentamos hacer quedándonos todos en casa, qué medidas tenemos que adoptar para vencer al coronavirus… Ya te daba ideas sobre cómo podías abordar este asunto en la publicación «Niños y COVID-19».

Una vez ese paso ha sido dado y te ves en la situación de tener que comunicar al menor la mala noticia, lo mejor es abordar el asunto con claridad pero sin dejar por ello de adaptarnos a su capacidad de comprensión, evitando frases ambiguas o metafóricas, que aún están muy lejos de su alcance.

Cuando el menor o la persona con discapacidad comprenda el mensaje, debes prestar atención a su respuesta emocional para que puedas ayudarle a canalizarla; para que puedan expresar mejor sus sentimientos siempre puedes permitirles dibujar, escribir cartas, elegir lecturas quizás más tristes, jugar…

Particularidades en el manejo de los niños y personas con discapacidad:

  • Los niños, cuanto más pequeños son, más egocéntricos. Esto significa que tienden a pensar que todo lo que ocurre a su alrededor está en relación con ellos, las cosas malas también; de allí pueden derivar los sentimientos de culpa. Y en un contexto como el del duelo es muy posible que malinterpreten tu tristeza si no hablas con ellos y les explicas a qué se debe. Y lejos de aislar a los niños de tu sufrimiento intentando que no te vean triste o llorando, es bueno que respondas a sus dudas y que sepan que tú también sufres por la pérdida, pero que sufre con ellos, no por ellos. Es una manera de validar sus propias emociones: ellos también tienen derecho a sentirse tristes porque no volverán a ver a la que persona a la que querían, y que la muerte forma parte de la vida.

  • Los niños y las personas con discapacidad son emocionalmente inmaduros, y ello dificulta el control de sus emociones y sentimientos de la forma en la que lo hacemos los adultos. Y si en un duelo a nosotros nos cuesta modular nuestras emociones, ¡imagínate lo que le costará a un niño!. Así que no te enfades ni le regañes si ves que empieza a tener rabietas con mayor frecuencia, si tiene pesadillas por las noches y apenas duerme, si le ves más irritable y molesto, si tiene que volver a usar pañal, si tiene más miedo a la oscuridad o si te busca más y demanda más tu atención. Todas estas conductas son su manera de exteriorizar su duelo, y de la misma forma que lo necesita un adulto, el niño especialmente requiere acompañamiento, paciencia, atención y afecto para superarlo.

…los adolescentes?

La adolescencia es una época de la vida especialmente difícil en todos los aspectos; a medio camino entre la niñez y la edad adulta, viven sus emociones de manera mucho más intensa y en muchas ocasiones se manifiestan a través de la rabia; esa rabia puede exteriorizarse como un enfado con alguien de su entorno, o proyectarse más hacia el interior, por lo que el adolescente se mostrará más retraído.

En el caso de los adolescentes, es importante tratarles como si fuesen adultos informándoles en todo momento de lo que ocurre, facilitándoles mantener el contacto con las personas quieren y permitiéndoles formar parte del proceso de decisiones tomando en cuenta su opinión.

De la misma manera que hacemos con los adultos o con los niños y personas con discapacidad, no debemos ocultarle cómo nos sentimos ni dejar de hablar de la persona que se ha fallecido, sino más bien al contrario: es sano que todos los miembros de la familia, incluyendo los adolescentes, sean participes de las emociones, del dolor y del duelo del resto de los familiares, porque lo lógico en este caso es encontrarse tristes. Eso sí, hay que recordar que cada uno tiene sus tiempos y sus necesidades, que no tienen por qué coincidir con los del resto, y hay que respetarlo: puede que cuando tú necesites hablar, ellos necesitan estar solos y viceversa.

Adolescente en momento de duelo

Particularidades de los adolescentes:

Con los adolescentes no adentramos a un mundo emocional verdaderamente complejo y convulso.

Es frecuente que notes que el adolescente minimiza su dolor haciendo ver que no le importa tanto la pérdida sufrida, pero paralelamente tiene miedo a olvidarle. Querrá ser parte de las decisiones que se tomen y de los rituales que se practiquen (¡y es lógico que así sea!), pero a la vez las cuestionará. Sus conductas pueden ser más agresivas e irascibles – a veces incluso ante una persona concreta – pero también querrá su tiempo y espacio poder procesar todos los sentimientos que alberga en su interior. No se siente como el resto de personas de su edad, pero tiene la necesidad de aparentar que las cosas que le afectan tanto para sentirse integrado en un grupo mientras paralelamente necesita compartir su mundo emocional con su círculo de amigos más cercanos “que le entienden mejor”, aunque se sienta totalmente incomprendido y fuera de lugar…

¡Cuantas contradicciones!. Pero precisamente por eso hay que tener mucha paciencia con ellos y no reprenderles (¡tampoco sobreprotegerles!) por estas idas y vueltas. Al contrario, mantener una actitud cercana y empática, acompañarles y validar su sufrimiento, mostrarse dispuesto a escucharles cuando lo necesiten, respetar sus momentos de silencio y su espacio, no hacerle sentir diferente (el adolescente sufre y tú también, no hay nada de malo en las demostraciones de dolor). Los adolescentes siempre necesitan ser escuchados sin sentirse juzgados, y este es un buen momento para estar juntos, conocernos más, de hablar abiertamente y descubrirnos como personas con sentimientos.

Así que:

  • No te sientas mal ni te enfades si minimiza su dolor haciendo ver que no les importa tanto la pérdida sufrida. Con total seguridad no sólo no es cierto, sino que es un intento de protegerse emocionalmente. Simplemente dale tiempo y espacio.

  • No te sientas mal si cuestionan las creencias de la familia o los rituales de despedida. Es parte de su proceso interior y una de sus contradicciones; es la manera en la que expresan su ira. Hazle sentir que es uno más en la familia, toma en cuenta sus opiniones y sugerencias y valida sus emociones. Déjale ser parte del grupo.

  • Ayúdale a perner el temor a olvidar a su ser querido reforzando todo aquello que le facilite tenerlo presente en su día a día.

  • Mejor que una reprimenda ante una explosión de ira, es un abrazo. Las conductas irascibles o apáticas le pueden traer problemas fuera del ámbito familiar si quienes interaccionan con el adolescente desconocen lo que le ocurre. Habla con su tutor y/o profesores sobre ello y elaboren juntos un plan de soporte común.

…las mujeres que pierden a un ser querido estando embarazadas?

El embarazo y el parto son, de por sí, etapas complicadas en la vida de una mujer pues supone muchos cambios vitales profundos que hay que asumir en un plazo de tiempo muy breve, en medio de una revolución hormonal significativa y con un desbarajuste emocional notable que el entorno no muchas veces comprende.

Por este motivo, un duelo durante el embarazo o en el posparto puede ser motivo de una tremenda sensación de sobrecarga. Las ganas de llorar se pueden acrecentar, las fluctuaciones emocionales pueden ser mayores, quizás incluso sientes más miedo… Pues bien: no te sientas culpable por llorar, preocuparte o estar triste. Si bien es cierto que algunas de las cosas que te suceden pueden tener un origen hormonal, también tienes motivos de sobra para querer llorar; y debes hacerlo, si con ello te sientes más aliviada y consigues reducir tu ansiedad y no contagiarla al bebé.

Algunas cosas que puedes intentar hacer para reducir la angustia:

  • Ejercicios de respiración: todos aquellos ejercicios de relajación, como los ejercicios de relajación muscular de Jacobson o la inspiración profunda, son capaces de influir en nuestras emociones, el estrés y la atención.

  • Yoga para embaradazas

  • Enraizamiento: muy fácil de poner en práctica durante el aislamiento:

Paso 1: Nos ponemos enpie de forma relajada, puedes descalzarte si lo prefieres.

Paso 2: Llevamos la atención a los pies y a las piernas.

Paso 3: Llevamos toda nuestra atención a la sensación de contacto con nuestros pies con el suelo o con la suela del zapato, cómo se adhiere a ella.

Paso 4: Sentimos el peso del cuerpo que se apoya en la pierna y el pie.

Paso 5: Ahora imaginamos que surgen raíces de nuestros pues, que se adentran en el suelo y en la tierra, que profundizan en ella, expandiéndose cada vez más profundamente.

Paso 6: Sentimos el modo en el que estas raíces nos hacen más fuertes y nos mantienen anclados a la tierra.

Paso 7: Respiramos de forma profunda y conectamos conla sesación de fuerza y solidez que estamos viviendo.